“¡Navidad de los pobres, que feliz navidad!”
En nuestro país, esta canción de la Sonora Palacios siempre nos acompaña para celebrar las fiestas de fin de año. Nos trata de transportar (y sobre todo a los pobres), que no hay mejor regalo para la Navidad que el hecho de compartir, tomar y bailar con nuestros seres queridos. Una especie de expiación de nuestros dolores de clase. Es la calma antes de comenzar un nuevo año en este Chile Neoliberal.
Sin embargo, estas fiestas de fin de año podrían tener un significado distinto. Hace algunas semanas atrás, y particularmente luego de los últimos resultados electorales, el sistema político en su conjunto desempolvó la discusión de la Reforma de Pensiones, y ahora de lado a lado señalan que están dispuestos a un gran acuerdo previsional. Pero ¿A qué responde este ímpetu reformista? ¿Existe un interés real por los cotizantes? ¿Será otro salvavidas para las AFP?
El antecedente más inmediato a estos cantos de sirena, los dio la SOFOFA y Luksic la semana pasada, cuando le dieron el vamos a la Reforma de Pensiones, enviándole una especie de mensaje papal a los políticos, “nosotros los empresarios, autorizamos”. Con esto una nueva página se escribía en esta interesante crónica previsional de más de 10 años, en donde rápidamente el sistema político comenzó a tener el viejo sueño de levantar todos juntos los brazos en la Moneda. Parece que alegría concertacionista esta de vuelta.
Mientras tanto el gobierno de Gabriel Boric comenzaba a respirar. Había algo concreto con lo cual poder sustentar la existencia de un “legado político de su gestión como gobernante”. En la otra vereda, la derecha comenzaba a pelearse y ocurría el prematuro divorcio entre la UDI y Republicanos, ya que los primeros no estaban respetando el legado de Pinochet. El ímpetu reformista de nuestros empresarios estaba dejando sus primeros estragos, al apostar superficialmente por la joven elite política frenteamplista, pero con la finalidad de rescatar algún porcentaje extra que permitiera seguir acrecentando la capitalización individual, ya que esto sustenta gran parte de los flujos de dinero, entre la banca, las inmobiliarias y otros humildes negocios de las grandes arcas de este país. Un cálculo político digno del tío rico McDuck.
Por otro lado, el pueblo de Chile sigue atrapado con el maravilloso slogan de “con mi plata no”. No hay un espacio claro para la solidaridad, ya que los dolores y las carencias son tan grandes, y como consecuencia solo se quiere que aumenten las pensiones (¡Mis pensiones!). Existe un escaso interés en como se compone la industria, y quienes administran las pensiones. Solo se quiere más dinero para… No se tiene claro para qué…
Este ambiente enrarecido que forma una extraña quimera política, nos debe llevar a pensar que, si los empresarios siguen ganando, y la industria privada de pensiones sigue existiendo, y por otro lado tenemos un sistema político sin capacidad de agenda propia y sumado a un pueblo que sigue operando en claves bastante individualistas, el alma de este país seguirá en manos del neoliberalismo, y en esta pobre navidad, seguramente llegará un calcetín, porque de bicicletas ni hablar. En síntesis, un desierto donde la lucha de clases se puede observar en un grano de arena.
¡Jo-jo-jo! Feliz Navidad. 🎄🌠🎁🪄🎅
Williams Acuña H.
Nota: El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de sus autores, y no refleja necesariamente la línea editorial de Radio Las Ondas Del Rio.